martes, 4 de noviembre de 2008

Repercusiones del Mercantilismo

En el Siglo XIX, el mercantilismo se extenderá por la mayoría de las naciones
europeas, adaptándose a las características nacionales.
Entre las escuelas mercantilistas se distingue:

•El bullionismo o mercantilismo español que propugna la acumulación
de metales preciosos.
•El colbertismo o mercantilismo francés que por su parte se inclina hacia
la industrialización.
•El comercialismo o mercantilismo británico que ve en el comercio
exterior la fuente de la riqueza de un país.


El Bullionismo: es una teoría económica que define la riqueza como la cantidad de metales preciosos de los que se es propietario. Su práctica se basó en la acumulación de metales preciosos (monedas o lingotes) como única riqueza posible. También es conocido como metalismo. Es considerado como un mercantilismo arcaico.
En su primera acepción se identifica con la política económica de La Monarquía Hispánica durante el Antiguo Régimen, especialmente por los Habsburgo (siglos XVI y XVII), mediante la obsesión reglamentista y el control sobre los metales preciosos que se extraían de América. Se pretende su acumulación al identificar riqueza y existencia de oro o plata, que llevaban asociado el prestigio y el poder. Se intentaba impedir la salida de oro o plata, lo que contribuía aún más al proceso de inflación denominado Revolución de los precios. Buena parte de los economistas españoles de la época, agrupados en la denominación arbitrismo, pueden ser considerados bullonistas.

En Francia

Ministro francés de finanzas y mercantilista, Jean-Baptiste Colbert
En Francia, el mercantilismo nace a principios del Siglo XVI, poco tiempo después del reforzamiento de la monarquía. En 1539, un real decreto prohíbe la importación de mercancías textiles de lana provenientes de España y de una parte de Flandes. El año siguiente se imponen restricciones a la exportación de oro. Se multiplican las medidas proteccionistas a lo largo del siglo. Jean-Baptiste Colbert, ministro de finanzas durante 22 años, fue el principal impulsor de las ideas mercantilistas en Francia, lo que hizo que algunos hablaran de colbertismo para designar el mercantilismo francés. Con Colbert, el gobierno francés se implicó mucho en la economía para acrecentar las exportaciones. Colbert eliminó los obstáculos al comercio al reducir las tasas aduaneras interiores y al construir una importante red de carreteras y canales. Las políticas desarrolladas por Colbert en conjunto resultaron eficaces, y permitieron que la industria y la economía francesas crecieran considerablemente durante ese periodo, convirtiendo a Francia en una de las mayores potencias europeas. No tuvo tanto éxito a la hora de convertir Francia en una gran potencia comercial equiparable a Inglaterra y a Holanda.
También es característico del colbertismo emprender una decidida política de creación de Manufacturas Reales que fabricaban productos estratégicos o de lujo (los Gobelinos, para tapices y cristales), en ambos casos consumibles en primer lugar por la demanda de la propia monarquía, al tiempo que producían la emulación de su consumo tanto dentro como fuera del reino. Dicha emulación también se vio en la creación de manufacturas similares en otros países europeos, entre los que destacaron las Reales Fábricas españolas de productos de lujo (Porcelana del Buen Retiro, Cristal de la Granja, Real Fábrica de Tapices), de armas (Real Fábrica de Artillería de La Cavada), y de artículos de gran consumo que se monopolizaban por el estado como regalías: tabaco (la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla y la de Madrid), aguardiente, naipes.

En otros países

Las demás naciones también adoptaron las tesis mercantilistas en distinto grado. Los Países Bajos, que se habían convertido en el centro financiero de Europa gracias a su muy desarrollada actividad comercial, estaban poco interesados en restringir el comercio y sólo a última hora adoptaron algunas políticas mercantilistas.
El mercantilismo se desarrolló en Europa Central y en Escandinavia tras la Guerra de los Treinta Años (1618–1648), cuando Cristina de Suecia y Cristian IV de Dinamarca pasaron a preconizarlo. Los emperadores Habsburgo se interesaron bastante por las ideas mercantilistas, pero la extensión y la relativa descentralización de este Imperio hacía difícil la adopción de tales medidas. Algunos estados del Imperio adoptaron las tesis mercantilistas, especialmente Prusia, que tuvo bajo el mandato de Federico el Grande la economía más rígida de Europa. Con esta base doctrinal Alemania iba a gestar una escuela llamada de los "cameralistas" que tendría influencia hasta el Siglo XIX.
Rusia bajo Pedro el Grande trató de poner en marcha el mercantilismo sin demasiado éxito debido a la ausencia una clase significativa de comerciantes o de una base industrial.
La batalla de Scheveningen, 10 de agosto de 1653 por Jan Abrahamsz Beerstraaten, hacia 1654, representa la batalla final de la Primera Guerra Anglo-Holandesa
Las ideas mercantilistas también alimentaron los periodos de conflicto armado en los siglos XVII y XVIII. Al ser la idea dominante que el stock de riqueza es algo fijo, el único modo de aumentar la riqueza de un país debía hacerse en detrimento de otro. Muchas guerras, entre las que hay que contar las guerras anglo-holandesas, franco-holandesa, y franco-inglesa fueron ocasionadas por las doctrinas que preconizaban el nacionalismo económico. El mercantilismo contribuyó también al desarrollo del imperialismo, ya que todas las naciones que podían hacerlo trataban de apoderarse de territorios para hacerse con materias primas. A lo largo de este periodo, el poder de las naciones europeas se extendió por todo el planeta. A expensas de la economía interior, esta expansión creó monopolios, como las británicas Compañía de las Indias o la Compañía de la Bahía de Hudson; o la francesa Compañía de las Indias Orientales.
Estas compañías privilegiadas tenían precedentes desde el siglo XIV en las ciudades italianas de Pisa, Génova, Florencia y Venecia; por no hablar de la Hansa, que responde a otra categoría funcional. En Inglaterra surgirán algunas a partir de guildas medievales preexistentes, como las distintas Company of Merchant Adventurers (siglos XV y XVI). Fue en la Holanda independizada de la Monarquía Católica donde aparecieron las primeras dignas del nombre de compañías privilegiadas: la VOC (1602) y la WIC (1621). Otras naciones tuvieron compañías privilegiadas, notablemente las nórdicas (Dinamarca, Suecia...). En España (a pesar de contar con precedentes medievales, como los Consulados del Mar aragoneses o las instituciones similares castellanas) la figura es de incorporación más tardía: en el siglo XVIII el monopolio del puerto de Cádiz (sucesor del de Sevilla), ya muy castigado por las consecuencias comerciales del Tratado de Utrecht, fue admitiendo la presencia de alguna compañía similar, como la Compañía Guipuzcoana de Caracas (1728).

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Se puede entender al mercantilismo como un conjunto de ideas económicas que se desarrollaron durante los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII en Europa y tuvieron gran influencia en las políticas económicas de los nacientes Estados nación. Por otro lado se puede denominar mercantilismo también al proceso histórico de nacimiento y consolidación de los estados nación europeos.